jueves, 17 de septiembre de 2009

CONJUNCIÓN (Misterium coneiunctionis)


Enter paradise
The SNAKE will find the way
She's LILITH
Fallen from the skies

SOPHIA
The SNAKE you will make to see
or you will punish, she's the eternal sophia,
Fallen from the skies

SEKINAH, SEKINAH...

ALQUIMIA


La imagen que da William Blake de Dios Padre como un anciano con barba, personificación típica del Sí Mismo, el arquetipo de la totalidad y centro de la personalidad. Este es el objetivo de la verdadera Alquimia.

ETERNIDAD

Quien a sí encadena una alegría
malogra la vida alada.
Pero quien la alegría besa en su aleteo
vive en el alba de la eternidad.

William Blake

SOMA


<<[…]En este mismo mundo,
donde están las aguas eternamente jóvenes,
haz de mi, Soma, un inmortal>>

Rig Veda II, 27

En principio, se dice, el soma era una planta alucinógena que crecía en las montañas del noroeste de la India. Fue recolectada y usada por los arios hasta su migración a las llanuras del Indo y el Ganges. Allí, poco a poco, fue olvidándose su uso. Hoy poca gente sabe donde hallarlo, y nadie que yo conozca.

Love is like the soma Johan Endulg, del Judascrist de Tiamat.

Deberíamos usar el Soma para VIVIR auténticamente, fuera de este estrecho ego, para percibir la realidad tal y como es: infinita.

Pero mi ego está muerto, el rey ha declinado y se encuentra enfermo y senil. Mi sol interior ya no alumbra. Necesito urgentemente beber de mi aqua vitae del Eros revitalizante.

Si no, sólo queda perecer en el olvido.

Crying out your name, something is wrong, but beautifull,so beautifull

lunes, 13 de julio de 2009

revitalizar lo que está muerto desde hace tiempo... Amar lo que ya nadie ama, lo que todo el mundo desprecia. No me queda más.

martes, 3 de febrero de 2009

Glosario de Simbología Gótica


Este pequeño glosario, improvisado y revestido de cierta coña, pero a la vez serio y transcendente, va dedicado a los que nos autodenominamos "góticos". Con el trataré algunos símbolos de nuestra identidad desde una perspectiva psicoanalítica, literaria, esotérica...Espero que habrá un pequeño y delicioso debate.

1) El negro: color de la nigredo alquímica, simboliza lo inconsciente, lo inanimado, el infinito, la muerte en su aspecto de no-ser (muy ligado por tanto con el idealismo romántico alemán de Fichte, Schelling, Hoderling etc). De todas formas no debería confundirse con el color ritual y religioso de la muerte, que es el blanco (símbolo de pureza) en casi todas las culturas, desde egipto a china. Pureza y muerte, siempre unidos de la mano.
(A modo de anécdota: el negro, precisamente, lo vestían los griegos que temían, por alguna causa, ser requeridos por el ánima del recién finado. Vistiéndose de negro, esperaban no ser reconocidos por el difunto y así escapar a su venganza.)


2) El vampiro: como héroe byroniano, romántico. Adquirir, como fundamento de la propia consciencia (y por tanto, de la vida misma), la idea de un destino individual que hay que cumplir a expensas de la sociedad e, incluso, de la naturaleza misma. Una tragedia de tintes clásicos, por lo irrealizable de la misma, pues ¿quién puede superar su propia naturaleza? En este punto, podríamos reseñar, desde mi punto de vista, la naturaleza claramente vampírica del más antiguo héroe griego: Aquiles (Léase el Canto XXII de la Odisea).
Pero este es el vampiro decimonónico, fijado en nuestra cultura a partir del El Vampiro de Polidori. Los vampiros más antiguos, son harina de otro costal… Si no, léase La Familia del Vurdalak, de Alexei Tolstoi (primo de Tolstoi, el de Guerra y Paz) o véase la película recientemente estrenada 30 días de oscuridad. Vampiros antiguos, nada de romanticismo, pura brutalidad y salvajismo.

3) La vampiresa: obviamente, en una sociedad puritana, el primer convencionalismo que se rompe es el tabú sexual. La mujer, reprimida, expresa su pasión sexual encarnando su aspecto primigenio de ninfa, de sacerdotisa; desligándolo de la mera reproducción. Se produce un retorno a la condición matriarcal que condiciona un comportamiento con respecto al macho no solo independiente, sino tiránico y cruel.
Sin embargo, la autosuficiencia femenina de la vampiresa se opone a la del “machorro” feminista o la hippie “de vello en axila”, pues respeta e incluso incrementa la polaridad sexual, reconocida como fuente misma de la vida. Esto sí, de forma retorcidamente (y deliciosamente) sofisticada. Si no se me cree en este último punto, véase a Ingrid Pitt en la peli The vampire’s lovers (1971) de la Hammer.
El aspecto sexual, por tanto, es mucho más acusado y subversivo en la vampiresa que en el vampiro, pues la poligamia implícita del hombre siempre ha sido reconocida de manera tácita.

miércoles, 20 de febrero de 2008

25 años de Blade Runner. Algunos aspectos de una de las mejores películas de la historia


-Lástima que ella tenga que morir, pero… ¿Quién vive?-
En esta lacónica advertencia, que el misterioso Gaff (papel breve pero fundamental en la trama del film, magistralmente interpretado por E.J. Olmos) le lanza a Deckard, se condensa, en mi opinión, la esencia de la película. Más incluso que en el célebre lamento final de Roy Batty. Ambas frases transmiten, en última instancia, un mismo mensaje, oscuramente existencialista y ambiguo: ¿Cuál es el sentido de esta estúpida vida? ¿Podrá el amor finalmente redimirnos? Preguntas que no tienen una respuesta fácil y que, como en todas las obras de arte que han persistido a través del tiempo, quedan varadas en una paradoja imposible de resolver.

Por supuesto, estamos hablando del montaje del director, no de la descafeinada versión que pudo visualizarse en las pantallas allá por los años ochenta. Harrison Ford interpreta (de forma sólo correcta en mi opinión) a Rick Deckard, una especie de policía/mercenario, divorciado y alcohólico, que subsiste a duras penas en unos grises y decadentes Los Ángeles, proyección de su propia condición. Y por las noches, sueña con un unicornio que galopa libre por el bosque.

Probablemente estos escasos fotogramas, junto con el argumento paralelo del unicornio de origami que Gaff deja en el apartamento de Deckard, han sido subestimados frente a la eliminación de la escena final de la película, el happy end de la versión comercial de la película. La identificación de Rick Deckard con el unicornio tiene un significado profundo desde el punto de vista simbólico, porque este ser se identificaba con el espíritu en la tradición esotérica de occidente. Para los alquimistas, en la base del cuerno del unicornio podía hallarse la lapis mercurialis, la piedra filosofal, único medio para alcanzar la anhelada inmortalidad. Si, como especulaba Freud, los sueños son manifestaciones de nuestras carencias emocionales, lo que le faltaba a nuestro protagonista era un verdadero espíritu vivificador capaz de animar su mísera existencia cotidiana. Espíritu que éste cree encontrar en el amor hacia la bella replicante Rachel Rosen (Sean Young) y que conecta la faceta desesperanzada de la película con una trama salpicada de un romanticismo a la vez efectista e intimista (Una de las escenas más espeluznantes de la película es cuando Rachel se suelta el pelo mientras toca una etérea melodía al piano). Que este es uno de los ejes del film, lo confirma el propio Harrison Ford cuando define la película como “una historia sobre si se puede mantener una relación significativa con una tostadora”.

Al final, sin embargo, el drama desemboca en tragedia pues la vida misma es trágica, como bien sabían los griegos. Deckard cumple su deber y retira a Rachel, metáfora que refleja nuestras propias vivencias en las que el amor de juventud termina degenerando en una difícil convivencia matrimonial.

Por supuesto, la película pone sobre el tapete tantos temas que se presta a muchísimas más interpretaciones. Más allá de la fidelidad de la adaptación del relato de Philip K. Dick (Sueñan los androides con ovejas electrónicas), lo que está claro es que Blade Runner es la mejor obra de Ridley Scott, superior incluso a Alien, siendo uno de esos extraños casos en los que uno no sabe si decidirse por la novela o la adaptación cinematográfica. Y por último, resaltar la banda sonora de Vangelis, en mi opinión, una de las dos mejores B.S.O. de la historia del cine.

lunes, 18 de febrero de 2008

¿Es el Sonarasa-sutra el verdadero origen del vampirismo?


Es paradójico pero probablemente el origen del vampirismo halla que buscarlo en una antigua secta del hinduismo, religión que normalmente se asocia a prácticas espirituales contrarias a la violencia y el derramamiento de sangre. He llegado a esta conclusión después de estudiar (o al menos intentarlo, pues apenas si puedo leer sánscrito) uno de los tratados menos conocidos de la India, el Anantamukti-mârga sastra, el libro de los infinitos caminos hacia la salvación. Mis traducciones, por supuesto, son aproximadas, pero espero haber captado lo esencial de los significados (si alguien con mejor nivel de sánscrito lo cree conveniente, le animo a que me ayude con las traducciones).

El Anantamukti mârga fue escrito aproximadamente en el sur de la india hacia el s. III o IV a.d. (época de los comentaristas). Se trataba de un ambicioso tratado que pretendía compilar todos los sistemas filosóficos-religiosos (dársanas) de la época. Sin embargo, hasta nosotros ha llegado muy poco del mismo y sólo gracias a las citas en algunos textos Shivaitas (por ejemplo, el Natya sastra), pues parece que se perdió durante los s. X-XI. Lo más interesante es que el libro exponía, junto a las vías ortodoxas propias de religiones conocidas como el Visnhismo, el Shivaismo o el Sáktismo, ciertos comentarios sobre vías heterodoxas, algunas tan curiosos como el samrambha-yoga, camino hacia la divinidad consistente en la hostilidad y la blasfemia hacia la propia divinidad (esto es interesante para los blackers ¿no?). Otra de estas vías es el Sonarasa-sutra, traducido, el tratado sobre el fluir de la sangre.

Intentaré resumir el mensaje del Sonarasa-sutra en pocas palabras. La realidad de la vida está condicionada por el deseo de vivir. Este deseo presenta dos facetas: la sensualidad (kâma) y la violencia (ahimsa), aspectos que no hacen más que enredarnos en la infinita red de la ilusión (maya) a través de múltiples y frustradas reencarnaciones.
El hombre puede librarse de maya de dos formas. Las vías ortodoxas (daksimârga) propugnan la extinción total del deseo y la violencia. Las vías heterodoxas o de la mano izquierda (vamamârga), sin embargo, aseguran que el hombre puede alcanzar la liberación (moksa, mukti) rompiendo los tabúes religiosos y morales establecidos por la daksimârga. Estas prácticas van desde la cópula sagrada (maithuna) hasta el uso de drogas (soma). El Sonarasa-sutra va más allá y se salta el tabú quizás más importante de las religiones índicas: la prohibición de matar animales y comer su carne (expresión máxima de la ahimsa). Los antiguos sabios (rsi) que plantearon este camino vieron en el fluir de la sangre revitalizante y en el proceso de beberla (Sonarasa), la ruptura más completa de todos los tabúes religiosos, pues implica simultáneamente violencia, sexualidad y soma. La fuerza mágica o espiritual (brahman) levantada por esta práctica es inmensa, tanto que, según el sutra, asegura la inmortalidad a quien la practica. Sin embargo, como en cualquier camino de la mano izquierda, tan importante o más que la ruptura del tabú en sí es el mecanismo ritual y la preparación espiritual previa al mismo. Los mismos rsi advierten severamente sobre la práctica descontrolada del Sonarasa-yoga: todo aquel que, inconscientemente, la realice sin los conocimientos exactos creará una tormenta de karma negativo que le arrastrará tras su muerte hacia un estado de existencia miserable. El desafortunado terminará convirtiéndose en un espectro sediento o preta, condenado a vagar por las sombras sin verse nunca saciado en su deseo (¿¿¿vampiro???).

Sobre este aspecto práctico y ritual, que es el verdaderamente importante, podríamos seguir hablando en otro post, pero os aseguro que la preparación espiritual es tan estricta que a mí, hoy por hoy, no me interesa ni lo más mínimo (¿quién renuncia hoy en día al sexo, al alcohol etc?)